Región demarcada en estaño

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Región demarcada en estaño

Imágenes de cuévanos, barcos rabelos, carretas tiradas por bueyes y racimos de uvas recortados en el estaño son los símbolos predilectos de los que compran una de las innumerables botellas etiquetadas por Acácio Carvalhais. Estos recipientes​...

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Presentación 

Imágenes de cuévanos, barcos rabelos, carretas tiradas por bueyes y racimos de uvas recortados en el estaño son los símbolos predilectos de los que compran una de las innumerables botellas etiquetadas por Acácio Carvalhais.

Estos recipientes, que ven balancearse en su interior el precioso néctar de las laderas del Duero, han viajado por todo el mundo, gracias al reconocimiento de la maestría del artesano que trabaja el estaño desde hace 26 años en Vila Seca de Poiares

Un día, Acácio pensó que podía ser una actividad bastante placentera. Anteriormente, este hombre polivalente fue ayudante/despachante, vendedor de pescado congelado, entrenador de fútbol y, además, tiene título de electricista.

A pesar de «hacer de todo», escogió trabajar el estaño, usando motivos del Duero, porque sabía que así podía «llevar a todo el mundo» la imagen idílica del lugar que un día fue su cuna.  


Primera aproximación al estaño

Corría el año 1986 cuando el artesano entró por primera vez en contacto con la materia prima que lo acompañaría durante el resto de su vida. «Fui a Lisboa, en busca de trabajo, pero la oferta que me hicieron no fue de mi agrado. Aproveché la estancia e hice un curso relacionado con el estaño. A los tres días sabía más que la profesora», confiesa.

Por la formación pagó «40 contos» (unos 200 euros, acabó poniendo rumbo al norte con la certeza de que ya había aprendido lo suficiente para iniciarse en el oficio. «Compré unas hojas de estaño en Casa Ferreira, en Lisboa, y unas herramientas. Conseguí las cosas básicas para trabajar y regresé. Mi mujer se enfadó porque no terminé el curso».

La aplicación del estaño a las botellas surgió cuando, en casa de una amiga, observó una botella estañada. Acácio encontró pronto una finalidad para los conocimientos que había adquirido en la capital.

Las primeras piezas las vendió a una casa de Régua. Después, un viticultor, amigo del artesano, le compró una botella. «Se volvió loco y pronto me pidió 50 ejemplares. Tardé cerca de un mes en hacerlos, después, la expansión se produjo de forma natural.»

Con el paso de los años, Acácio fue conociendo un sinfín de compradores para sus creaciones y el precio de las botellas acabó por variar en función de los tiempos. Hoy, cada envase cuesta 12 euros.


Sabiduría de los gestos

En el día a día del artesano no faltan las herramientas adquiridas en aquella época. Los difuminos, los repujadores y el cúter son utensilios indispensables para la producción de estas impresiones sobre el Duero.

«Además, uso botellas, hojas de estaño y una mezcla de cera virgen y resina, que sirve para rellenar la parte trasera de la etiqueta», explica.

La pieza que más le piden es la etiqueta con el racimo de uvas y el barco rabelo,
no obstante, también hay peticiones curiosas. «El otro día me pidieron una botella con palabrotas antiguas y así lo hice. Hoy en día vivimos en democracia y somos libres», revela.


Los destinos de las etiquetas

Antiguamente, Acácio tenía varios puestos de venta repartidos por la región —en Régua y en Lamego—, pero hoy, «también por culpa de la crisis», el escenario ha cambiado sustancialmente. «Ahora vienen a buscar las botellas a mi casa y compran aquí», menciona.

El único escenario que no cambia, independientemente de la coyuntura, es la demanda y el reconocimiento de su trabajo. «A la gente le gusta mucho, además, mis botellas están repartidas por los cinco continentes. El Ayuntamiento de Régua se llevó de aquí una botella para el Papa Juan Pablo II y también se llevó una remesa para todos los ministros de Agricultura de Europa, que aquella época todavía era la Comunidad Económica Europea (CEE). Hasta George W. Bush, en calidad de presidente de los Estados Unidos de América, tuvo derecho a una», cuenta orgulloso.

La Casa do Douro también le pidió una botella para una señora francesa que, en aquel momento, era la persona más anciana del mundo y que, al final, falleció con más de 120 años. Con motivo de su cumpleaños, la Casa do Douro le regaló tres botellas de vino de Oporto con su edad.

Todo ello garantiza el viaje del ilustre vino de Oporto a bordo de las botellas personalizadas de Acácio Carvalhais. Al conservar estos antiguos saberes, el artesano sigue contribuyendo a la particularidad del Duero, convirtiéndose en un agente activo en la proyección de una región especial en todos sus aspectos.

Texto: Patrícia Posse | Daniel Faiões 

Horarios/Precios 
Contactos 
Propietario/Responsible
Acácio Carvalhais
Residencia
Vila Seca de Poiares,
5050-343 Peso da Régua
Teléfono
+351 254906230
Latitud
41.19977544552972
Longitud
-7.713260316894548