Pito de Santa Lucía: un relleno en clausura

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Pito de Santa Lucía: un relleno en clausura

Elaborado con calabaza y canela, el pito de Santa Lucía es una más de las reliquias que traspasaron los muros del Convento de Santa Clara. De esta casa de devoción, que se instaló en la capital del distrito en 1602, han salido algunos de​...

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Elaborado con calabaza y canela, el pito de Santa Lucía es una más de las reliquias que traspasaron los muros del Convento de Santa Clara. De esta casa de devoción, que se instaló en la capital del distrito en 1602, han salido algunos de los más famosos dulces transmontanos.

Esta especie de hatillo fue creado por una de las clarisas de Vila Real y, aún hoy, se mantiene vivo gracias a una tradición que se ha reforzado a lo largo de los años. Las chicas dan el pito de Santa Lucía a los chicos que, a su vez, les corresponden con la gancha de San Blas. 

El pito de Santa Lucía es un pastel «basto, de masa de color amarillo blanquecino y su forma recuerda a un hatillo, con relleno de calabaza y canela».

Rosa Cramez, propietaria de Casa Lapão, explica sus características es: «casi toda la repostería conventual es rica y fina, pero el pito, sin embargo, no lo es. Se elabora con masa hojaldrada, parece una masa de pan rellena de dulce de calabaza. Por ese motivo, creo que sus orígenes son humildes».


La gula de la monja

Sobre el origen de este dulce, se cuentan varias versiones. Se cree, sin embargo, que su invención surgió de manos de Maria Ermelinda Correia, una criada del convento.

Sobre ella, que después se convirtió en novicia, se especula que sería extremadamente golosa y habilidosa en lo que relativo a la repostería. Este pecado capital —el de la gula— sería la razón llevó a su  familia a pedir la gracia de su clausura con la esperanza de que lo transformasen en virtud.

Posteriormente, tomó los hábitos de monja y se convirtió en hermana Inmaculada de Jesús. Se sabe que ya antes era devota de Santa Lucía, patrona de los ciegos y de las dolencias de la vista, y se cree que por ese motivo se le consagró este dulce.

Esta especialidad gastronómica, con el sugerente nombre de pito, se elaboraba y vendía entre octubre y diciembre, por ser esa la época del año en la que había calabazas en abundancia. «Para el pueblo era mucho más fácil de elaborar porque había mucha materia prima. Eso me lleva a creer que puede que la receta no provenga del convento, aunque hay quien dice que lo hizo una monja», revela Rosa Cramez.

Actualmente, el dulce se elabora siguiendo estrictamente los métodos de antaño y utilizando los productos que se usaban en aquella época. “El proceso es muy artesanal y las materias son nuestras, de la tierra. La calabaza es de aquí y nosotros mismos la pelamos y la cocemos. Lo que cambia es que, ahora, tenemos que tener relleno de calabaza para todo el año, algo que antes no sucedía porque era un dulce de temporada», subraya.

Un nombre poco católico

Este ejemplo de la repostería de Vila Real se vende durante todo el año y obliga a producir diariamente cerca de 20 docenas solo en Casa Lapão. La demanda aumenta exponencialmente con motivo de la fiesta de Santa Lucía (13 de diciembre), momento en el que las chicas regalan este dulce a los chicos.

«Me resulta gracioso cómo se mantienen las tradiciones y cómo la gente sigue viniendo aquí a comprar los pitos como parte de un ritual que hay que cumplir», menciona la propietaria. Nadie sabe de dónde procede el nombre de este dulce, pero la malicia popular se encargó de darle una connotación erótica.

Cuenta la leyenda que, una mañana, Maria Ermelinda Correia había ido a hacer las curas a unos cuantos enfermos, muchos de los cuales tenían los ojos hinchados. En aquella época, el remedio más habitual eran los «parches de linaza».

Este “medicamento” consistía en colocar una pasta en unos cuadrados de tela. Después, se doblaban las puntas hacia el centro para no verter el contenido y se colocaban en las heridas como si se tratara de un vendaje.

Inspirada por la forma de los parches, Ermelinda se metió en la cocina, hizo una masa de harina y la cortó en cuadrados pequeños. Preparó una compota de calabaza con azúcar, dobló la masa de esa forma y la coció.

De camino a la celda, se cruzó con la Madre Superiora, que veía mal, pero que le preguntó qué llevaba allí. «Son parches de linaza Madre... Para mis enfermos que vienen mañana». Y, según cuentan, ese fue su origen.

El pito de Santa Lucía es uno de los emblemas gastronómicos de Vila Real, muy apreciado por turistas que suelen buscarlo cuando visitan el Duero.

 

 

Texto: Patrica Posse | Daniel Faiões 

Horarios/Precios 
De lunes a sábado: 8h30-19h / Dom: 8h30-13h e 15h-19h
Contactos 
Residencia
Casa Lapão – Especialidades Regionais de Doçaria, Lda
Rua da Misericórdia 53/55,
5000-653 Vila Real
Teléfono
+351 259 324 146
Celular
+351 918 070 397
Latitud
41.29572008204307
Longitud
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