Manos que bordan paisajes

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Manos que bordan paisajes

Rosa Gonçalves es una apasionada de los bordados y de los encajes. Como elogio a la belleza de la región que la vio nacer, se dedicó a transferir a la tela los paisajes que desde siempre la cautivaron. Ya lleva dos décadas de empeño y muchas​...

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Presentación 

Rosa Gonçalves es una apasionada de los bordados y de los encajes. Como elogio a la belleza de la región que la vio nacer, se dedicó a transferir a la tela los paisajes que desde siempre la cautivaron. Ya lleva dos décadas de empeño y muchas horas inclinada ante los caprichos de los hilos.

Sus trabajos son una especie de Duero reflejado en tela,
caminos serpenteados por los hilos que, armoniosamente dirigidos por la batuta de las agujas, terminaron dando origen a bellas telas bordadas. 

Por una cuestión de identidad, la bordadora quiere que sus piezas versen sobre la región del Duero, sus gentes y sus paisajes. «Prefiero poner en los trabajos todo el estilo de la región. Por eso aparece el barco rabelo, las viñas y la época de la vendimia».

Gracias a ese sello, sus encajes acaban por tener patrones artísticos incomparables. «Mis trabajos se diferencian de los demás porque tienen estos detalles que distinguen el Duero. Siempre he intentado plasmar en la tela los buenos paisajes y costumbres de nuestra región», subraya.

Sus trabajos son el resultado de una antigua pasión que nació cuando, siendo todavía niña, observaba el oficio que aprendió de los dedos de su madre.
«Es una persona que disfruta mucho haciendo este tipo de trabajos de encaje y que, hoy en día, con casi 90 años, todavía los hace con la misma dedicación. Viéndola le cogí el gustillo».

Rosa Gonçalves explica, de forma modesta, que los encajes que hace son muy «normales». Sin embargo, basta una mirada atenta y crítica para comprender que existen bastantes motivos que indican que lo que sale de esas manos es algo sublime.

Desenrollar el ovillo del origen del arte del ganchillo no es fácil. Hay teorías que apuntan a una consecuencia de la evolución de prácticas tradicionales de Arabia, América del Sur o China. En Europa, el ganchillo comenzó a ganar popularidad en el siglo XIX.


Amplia gama

De los dedos de la bordadora salen tapetes y apliques para las cortinas, los manteles o los paños que cubren los altares de las iglesias. «Utilizo sólo una aguja de tricotar e hilo. Todo se hace simplemente con eso», menciona. El resto se resume en la maestría de unas manos habituadas a indicar a las agujas el camino correcto por el cual deben encaminarse.

El tiempo de ejecución de cada pieza depende directamente de su tamaño. Un trabajo pequeño puede llevar de dos a tres horas, pero una colcha o un mantel puede llevar «varios años» terminarla.

Para llenar sus encajes con imágenes de lo más variopinto, Rosa compra revistas de labores donde siempre aparece «una inmensidad de cosas nuevas y diferentes». «Normalmente, quito el patrón y lo hago como aparece en él. Los puntos se hacen mediante el dibujo», aclara.

A veces, Rosa mira fijamente la aguja y enhebra el hilo que dejará bordados clavados en el lino. Otras veces, coge la pequeña asta metálica que, después de hacer el nudo corredizo, viaja de derecha a izquierda, sumando cadenas de puntos hasta completar el encaje.

Por su especificidad, sus trabajos alcanzan diferentes precios en el mercado. “La pieza más barata puede costar 10 euros, pero una colcha, por las horas empleadas, puede llegar a los 600 euros. Un juego de tapetes para un salón o para una habitación puede llegar a los 35 o 40 euros», revela.

La diferencia entre los precios también está relacionada con el material que se utilice. Si se usa mucho lino, la pieza se encarece. Si se trata de un tejido menos noble, la pieza resulta más barata.

Las casas ligadas al turismo del Duero, en las que se venden recuerdos, son los grandes clientes de Rosa. Sus trabajos también están a la venta en el muelle de Peso da Régua y en São João de Tarouca, en un puesto de venta de recuerdos de Lamego.

La encajera también vende por cuenta propia y los pedidos parecen aumentar en las épocas de las festividades religiosas, como la fiesta de Nuestra Señora de los Remedios, o en bautizos, comuniones y bodas. “Me piden mucho las toallitas de bautismo, hechas de lino, y suelen decir que son muy bonitas y originales», cuenta orgullosa.

Texto: Patrícia Posse | Daniel Faiões 

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