Ferreirinhas: dulces tributos a la ciudad y a sus gentes

Son delicias que seducen al más precavido excursionista por tierras del Duero. Son simbiosis de sabores que convocan el impulso de la gula. En Peso da Régua, tierra del vino generoso por excelencia, Maria do Céu Pires hace nacer otros dulces que se disuelven en el paladar. la ferreirinha y la régula.

De color castaño oscuro y textura blanda, la ferreirinha fue la primera creación de Maria do Céu, de 57 años. Surgió como un homenaje a las mujeres del Duero, «que siempre han sufrido mucho». «Trabajan mucho en el campo y en las viñas y, después, todavía tienen que cuidar de sus casas», indica.

En 1997, la repostera elaboró un bombón a base de calabaza y frutos secos (uvas pasas, almendras y piñones), con aroma a vino de Oporto y cobertura de chocolate negro.

Maria do Céu mezcla las yemas de huevo, la almendra, las pasas y el vino de Oporto con la calabaza previamente cocida. Se envuelve todo con huevo hilado y se cubre con un poco de chocolate amargo.

La base del bombón se envuelve en papel de aluminio para «que no se seque tanto» y su plazo de consumo es de 30 días. En la parte de arriba, se coloca un piñón envuelto en calabaza.

En solo una hora, Maria do Céu elabora 24 unidades, cuyo precio está fijado en 90 céntimos. La ferreirinha suele ofrecerse a los asistentes a los congresos de la región y debe degustarse con vino de Oporto, champán o té.

Conocida figura de las gentes de la región y del sentir de la viticultura del Duero, la Ferreirinha presta su nombre a este bombón. Nacida en Godim en 1811, Antónia Adelaide Ferreira se convirtió en la mayor propietaria del Duero y en un símbolo de generosidad.

La Ferreirinha da Régua (como también se la conocía) llegó a comprar todo el vino del Duero para ayudar a los agricultores en su lucha contra los bajos precios practicados a consecuencia de una crisis de abundancia, ayudó a construirlos hospitales de Peso da Régua, Vila Real, Moncorvo y Lamego, y contribuyó también a la casa de beneficencia de la Misericordia de Oporto.


Maria do Céu sabe que, a través de las manos de los emigrantes, sus dulces ya han llegado hasta Angola, Brasil, Francia, Suiza e Inglaterra. Los turistas que visitan su espacio y se dejan perder en sensaciones gustativas «dicen que cada una es mejor que la anterior».

 

 

Texto: Patricia Posse | Daniel Faiões

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