Juguetes rescatados de la nostalgia

Añadir Mytrip
Participación
António Fachina António Fachina António Fachina António Fachina António Fachina
41.09739998551098
-7.812502050445573

Juguetes rescatados de la nostalgia

No parpadean, no usan pilas, no traen manual de instrucciones, no vienen en catálogos ni se encuentran en los hipermercados. Así son, los juguetes de la época de nuestros abuelos: piezas solitarias a la espera de cobrar vida en manos traviesas​...

Dirección de inicio
Presentación 

No parpadean, no usan pilas, no traen manual de instrucciones, no vienen en catálogos ni se encuentran en los hipermercados. Así son, los juguetes de la época de nuestros abuelos: piezas solitarias a la espera de cobrar vida en manos traviesas. António Fachina, artesano de Lamego, huye de lo contemporáneo para crear juguetes de madera como los de antes.

Comenzó a dedicarse a la artesanía en 2002, después de haber trabajado toda la vida como carpintero. «Tuve una enfermedad de columna y me prohibieron hacer esfuerzos, pero con 70 años no me sentía bien. Entonces, decidí empezar a jugar».

Como tenía mucha madera en casa, decidió hacer los moldes basándose en los recuerdos de su niñez y ya no paró. A sus 82 años, António pasa los días en el taller: «esto es una enfermedad. Hasta los domingos por la mañana me quedo aquí».
 
Actualmente, los juguetes de madera han caído en desuso, fruto del avance de las nuevas tecnologías, de la creación de diversas líneas de juguetes por las grandes marcas mundiales y del hecho de que otros materiales hayan ocupado el lugar de la madera. No obstante, todavía resuenan los ecos de la popularidad de otras épocas, muchas veces asociados a los recuerdos felices de los más grandes.


Panoplia de atracciones

El pequeño taller es una especie de lugar encantado, poblado de carritos de muñecas, caballeros, golondrinas, camionetas pequeñitas, futbolines, carrozas de caballos, molinillos, muñequitos que andan con ruedas, carretas tiradas por bueyes.

La golondrina destaca entre los juguetes preferidos,
ya que «por cada cinco piezas de otros juguetes, se venden 20 golondrinas». “Los niños empiezan a ver las alas batiendo una con la otra y les encanta, ya nunca las sueltan», explica.

Son juguetes que despiertan la curiosidad debido a sus vistosos colores, a sus formas y a su textura. Son piezas que sirven de trampolín de la imaginación de los más pequeños y de la añoranza de los adultos. «Las camionetas son ya para un niño de 4 o 5 años y los carritos de bueyes pequeñitos son para los adultos que los ven como figuritas de adorno».

El niño suele ser un cliente fácil, porque empieza a jugar y los padres, normalmente, no les llevan la contraria. Al final, «la mejor manera de hacer que los niños sean buenos es hacerlos felices» (Oscar Wilde).

«Los adultos también los compran como recuerdo. Dicen «en mis tiempos había esto, voy a llevarme uno como recuerdo», añade el artesano. Las personas lamentan la desaparición de los juguetes de madera y elogian el esfuerzo de António por alimentar este arte.

El juguete más barato cuesta cinco euros y las camionetas grandes son a diez euros. «Después, tengo los coches de bomberos que cuestan 100 euros y la las andas de la Virgen de los Remedios que cuestan 150 euros. De estas piezas se vende muy poco», concluye.


Medio millar de juguetes

Imponentes y tranquilos, los molinillos vigilan la destreza y el ingenio con el que el artesano construye piezas que suscitan el entusiasmo infantil. «Estos juguetes son un recuerdo de mi infancia que dejo para otras generaciones».

Las tablas de pino deben cortarse en un taller para que queden con el grosor ideal. De vuelta a su rincón, el artesano recorre las superficies de madera con un cepillo para alisarlas y, con una pequeña sierra, hace las ruedas del carrito.

«Primero, tallo todas las piezas y no empiezo a pegarlas y armarlas hasta que las haya pintado». Los colores más repetidos son el amarillo y el rojo porque «llaman más la atención». Pero también hay ciertas adaptaciones, atendiendo a los colores de los clubes o a las peticiones. «Ya he hecho golondrinas verdes y azules y hasta negras, porque un amigo me pidió un mirlo negro de pico amarillo».

Hay piezas que exigen además la aplicación de alambres de acero o chapas de zinc, como las golondrinas, las ruedas de los carritos, los trapecistas o las ruletas. Al año, António es capaz de fabricar unos 500 juguetes.

Todavía con el olor a pintura y a cola, se perfilan los objetos que acabarán por protagonizar tropelías y aventuras. «Esto se muere porque nadie quiere aprender a hacerlo», sentencia.

Horarios/Precios 
Contactos 
Propietario/Responsible
António Fachina
Residencia
Rua Faffel, Ponte de Pau, nº6,
5100-055 Lamego
Teléfono
+351 254 612 017
Celular
+351 924 343 829
Latitud
41.09739998551098
Longitud
-7.812502050445573