El arte de retorcer el latón

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El arte de retorcer el latón

De la hoja, lisa y grisácea, Rui Santos hace nacer aceiteras, baldes, candiles, cántaros, embudos, regaderas y otras piezas. El amor por la latonería es casi una herencia genética: “todo lo que sé se lo debo a mi padre, que fue mi maestro»​...

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Presentación 

De la hoja, lisa y grisácea, Rui Santos hace nacer aceiteras, baldes, candiles, cántaros, embudos, regaderas y otras piezas. El amor por la latonería es casi una herencia genética: “todo lo que sé se lo debo a mi padre, que fue mi maestro». “Cuando salía del colegio me entretenía aquí con las tijeras y el martillo. Así comencé a cogerle el gusto a moldear el latón», dice.

Los últimos veinte años los ha pasado en el pequeño taller, donde la producción de artesanía dio paso a la fabricación de utensilios domésticos, agrícolas y destinados a la construcción civil. «Se hacía todo de chapa: las regaderas, los baldes, la parte interior de los cestos para la vendimia, las vasijas para el aceite. No había nada de inox ni de plástico».

Una vez perdida la utilidad de otros tiempos, estos objetos ganaron un valor decorativo. La aceitera y el candil, ahora símbolos de añoranza, son los artículos más demandados. «Es el recuerdo de la luz de la época de nuestros abuelos. Se los llevan para recordar cómo estudiaban, cosían, cocinaban», menciona el latonero de 39 años.

Con la llegada del plástico y la falta de costumbre de arreglar las piezas desgastadas por el uso, la latonería se convirtió en un oficio en peligro de extinción. A pesar de todo, Rui se siente orgulloso de continuar la tradición de su progenitor. «Soy como un jugador de fútbol: me pagan por hacer lo que me gusta».
 

Trazos ancestrales

Los restos de chapa cubren el suelo del taller. En el escaparate, las piezas terminadas se exhiben a la vista de los transeúntes. El tiempo de fabricación varía: se tardan sólo 20 minutos en hacer una aceitera, mientras que el candil, compuesto por 14 pequeñas piezas, lleva más de una hora.

Rui trabaja, sobre todo, con hojalata y chapa cincada. Sobre ellas coloca las plantillas y dibuja los contornos de los elementos de cada pieza. Después de cortarlos con unas tijeras de latonero, el artesano se dirige al yunque, su aliado incondicional.

Empuñando un mazo de madera, Rui golpea la chapa hasta conseguir la forma deseada. Por último, el soplete une todos los elementos de la pieza y con el raspador se eliminan los residuos de la soldadura.


Nichos de mercado

Ante la necesidad de adaptarse a los tiempos modernos, el latonero ha creado plantillas para hacer miniaturas. Concebidos al detalle, las pequeñas regaderas, aceiteras y cubos se piden para regalar en circunstancias festivas.

A las réplicas de modelos antiguos, Rui añade otra gama: las piezas creativas. «Cuando estoy paseando, tomando café o incluso en la discoteca, me vienen ideas a la cabeza que después pongo en práctica. Así surgió el cuadro de Trás-os-Montes que tiene las montañas, el sol y todo en chapa».

También hay piezas que unen la innovación y el reciclaje de materiales, como el aprovechamiento de bombillas fundidas para construir candiles.

La pieza que le exigió más destreza le valió, en 2005, el Premio Nacional de Artesanía. «Fue una aceitera gitana de 56 cm de altura, con forma ovalada. La hice con empeño y dio sus frutos», destaca. Mientras tanto, también fue testigo de cómo una cocina de la abuela en miniatura recibió una mención honorífica en Zamora.

La aceitera es el artículo más económico: sólo cuatro euros. El valor de las miniaturas oscila entre los cinco y los seis euros, porque «dan mucho trabajo». Por una regadera, el cliente tendrá que desembolsar 30 euros y si elige un baúl, tendrá que pagar 35 euros.


Curiosidad más allá de las fronteras

Las piezas de hojalata cuentan con gran demanda entre los turistas que «tienen más poder adquisitivo» y también entre los portugueses. «Los extranjeros le dan más valor, porque nunca han visto este arte en sus países o, si lo han visto, fue ya hace muchos años».

No son pocas las ocasiones en las que Rui trabaja con público. Los turistas entran en el taller para grabar, hacer fotos y bombardearlo con preguntas. «Miran los candiles y dicen que es una pieza muy bonita, pero no saben para qué sirve. Tengo que explicarles que era la luz que se utilizaba antiguamente».

Sus trabajos ya han viajado a Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Brasil, España, Italia, Alemania y Holanda.
«Cuando hice la edición limitada de 100 piezas de la réplica de la aceitera ganadora, no tardó ni un año en agotarse y, es más, no tenían un precio asequible», dice Rui regocijándose.

Texto: Patrícia Posse | Daniel Faiões 

Horarios/Precios 
Contactos 
Propietario/Responsible
Rui Santos
Residencia
Rua Isabel de Carvalho, nº 23
5000-608 Vila Real

Otros puntos de venta:
Bairro Alto de Lisboa y el Algarve
Teléfono
+351 259322350
Celular
+351 964310123
Latitud
41.298670238349835
Longitud
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